LA TOMA DE DECISIONES
En la vida desde que tenemos dominio de nuestra cuerpo y mente tomamos decisiones, creo firmemente que es así ya que desde que abrimos los ojos y comenzamos a procesar información, vamos aprendiendo y decidiendo que nos agrada y que no y con el pasar del tiempo estas se van haciendo cada vez más complejas.
Las decisiones que debemos tomar van evolucionando en complejidad y alcance
según vamos creciendo, conociendo y formándonos
en las distintas etapas de la vida.
De niños tomamos decisiones simples, asociadas a nuestro espacio personal y
a nuestras necesidades básicas.
De adolescentes ya es un poco más compleja porque le suman a las que ya
poseen decidir sobre que actividades y conflictos típicos de su edad.
De adultos las decisiones van a variar de acuerdo en qué momento de la vida
te encuentre ya que asumimos responsabilidades profesionales y el manejo de
relaciones personales en los diferentes ámbitos.
Algunas son sencillas y fáciles no requieren ser pensadas ni analizadas demasiado,
son situaciones de la cotidianidad por la cualquier persona pasa y que puede
resolver en segundos.
Sin embargo, en este caso me enfocare en la edad adulta, justo en el punto
donde estoy, donde están muchos de ustedes o donde algunos llegaran, Dios mediante,
justo en este momento donde ya otras personitas dependen de nuestro proceder.
Ese momento donde debemos valorar, analizar, sopesar, consultar antes de tomar
algunas decisiones acordes a las circunstancias y situaciones presentes en
nuestro diario vivir y a futuro, ya que muchas de estas decisiones que tomamos a
veces sin darnos el tiempo necesario de evaluarlas pueden alterar o mejorar,
simplificar o arruinar la vida de los demás y a la larga la misma nuestra.
En ocasiones tomamos decisiones incorrectas, sin darnos cuenta, solo porque
no nos dimos el tiempo de pensar
¿Es correcto lo que estoy haciendo?
¿Me hará bien esta decisión a corto y largo plazo?
¿Le hago daño a alguien con ella?
Simplemente lo hacemos y ya, porque si, sin importar las consecuencias que
en un futuro esta nos traerá negativas o positivas, pero consecuencias al fin.
Sin embargo, las malas decisiones que solemos tener no siempre son nuestra
culpa, existen momentos donde personas mal intencionadas se aprovechan de nuestros
momentos vulnerables para hacernos tomar decisiones que más que favorecernos o
ayudarnos nos hunden más en nuestra propia vulnerabilidad y se aprovechan para
beneficiarse ellos mismos.
Es importante ser conscientes de cómo nuestras
decisiones afectan a los demás y debemos actuar con responsabilidad y
consideración. Tomar el tiempo necesario para valorar y analizar nuestras
opciones puede ayudarnos a tomar decisiones más acertadas y a evitar
consecuencias negativas tanto para nosotros como para los que nos rodean.
Recuerdo simples estos simples pasos:
Preséntala ante nuestro padre celestial- Evalúa- Analiza- Consulta- analiza- presenta tu decisión ante nuestro padre celestial otra vez y
luego actúa.
Es mejor agotar unos minutos o incluso días pensando que todo una vida lamentándonos.
Evalúate:
1-¿Hay algo que ocupa tu mente?
2-¿Tienes alguna decisión urgente e importante que tomar?
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