LA VERDAD DE LAS APARIENCIAS ¿Estamos Viendo con los Ojos Correctos?"

 "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio."

(Juan 7:24)


A menudo esta escritora escucha frases como: "¡Qué bueno/a es!",Qué buena actividad!",Qué buen lugar!". Todo esto se dice porque la experiencia con esas personas, actividades o lugares es esporádica, sin compromisos reales, sin responsabilidades, solo viendo la cara bonita de cada hecho o humano.


Qué fácil es esconderse detrás de una pantalla (verdadera o imaginaria) para encantar a quien nos ve, escucha o escribe. ¿Cuántas veces hemos idealizado algo o a alguien simplemente porque lo vimos bonito, porque parecía vivir una vida de fantasía o porque parecía perfecto?


Solemos hablar maravillas sin conocer realmente a fondo a quien o lo que describimos. Decimos, por ejemplo: "¡Qué bonito es vivir en tal parte!". Pero ¿acaso conocemos la verdad detrás de esa experiencia? ¿Estamos allí día a día, enfrentando las dificultades y luchando hombro a hombro en el torbellino de la vida?


Cometemos el error de santificar y alabar aquello que no entendemos por completo.

No me malinterpreten: cada persona y cada cosa tiene sus aspectos buenos y no tan buenos, sin embargo, existen personas que hablan maravillas de otros: "Es el mejor", "Es una estrella", "Es perfecto". Como si conocieran todas sus caras, todas sus facetas, como si vivieran a su lado y vieran su proceder de cada día.


Es cierto ese dicho de las abuelas: "Solo el cuchillo conoce el corazón de la auyama." Nadie, ni nada, es perfecto en la vida. Somos humanos y cometemos errores. Debemos aprender a querer y valorar sin vendas en los ojos, siendo reales y dejando de celebrar lo superficial.


Vamos a mirar más allá de las apariencias. No glorifiquemos ni demonizamos de manera absoluta a personas o circunstancias. Recuerda que la verdadera comprensión y el aprecio vienen de conocer las facetas completas, tanto las luces como las sombras, de lo que nos rodea.
Reflexionemos sobre nuestras percepciones y juicios apresurados. Aquello que conociste ayer puede no ser lo mismo hoy; las personas cambian, las cosas cambian, la vida cambia constantemente.
Aquí solo hay un perfecto, y ese es mi Padre celestial. De Él sí puedes hablar sin dudar, porque Él nunca te fallará.


Reflexionemos:

¿Cuántas veces has idealizado a alguien o algo y luego te diste cuenta de que la realidad era distinta?

Fp. (Girasol)

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